Durante 1994, Sergio Muñoz y Pedro Araya fueron dos de los poetas que ganaron la beca de la Fundación Pablo Neruda. Esa beca, creada en 1988, supone –hasta hoy- la asistencia al Taller de Poesía que dirigen los poetas Jaime Quezada y Floridor Pérez, y una suma de dinero que se recibe durante los 10 meses que dura el taller. En los viajes a Santiago, ambos comenzaron a imaginar y planificar la creación de un Taller de Poesía para La Sebastiana. La idea fue planteada y aceptada por la Fundación, y se realizó la selección de estudiantes durante agosto del mismo año, invitando a participar a estudiantes de enseñanza media de la región que quisieran ahondar en el ejercicio poético. Aquel taller inicial funcionó entre septiembre y diciembre de 1994, en la sala de video de la Casa-Museo La Sebastiana, los días viernes de 18:30 a 20:30 horas.
Desde entonces (1994 a la fecha), se han desarrollado ininterrumpidamente 23 años de taller, con alrededor de 10 jóvenes poetas seleccionados por año, y han participado 4 personas como monitores: Pedro Araya (1994, 1997, 1998 y 1999); Marcelo Pellegrini (1995 y 1996); Ismael Gavilán (2000 a 2016) y Sergio Muñoz (1994 a 2016).
En la actualidad, las postulaciones se realizan durante febrero y marzo de cada año y el Taller sesiona todos los días viernes de 16:30 a 18:30 horas, entre los meses de abril y diciembre. Actualmente pueden postular al Taller, jóvenes poetas de hasta 30 años, y se reciben alrededor de 100 postulaciones por año, de las cuales son seleccionados los jóvenes poetas que integrarán el taller durante el año.
En general, las principales actividades que el taller realiza, tienen relación con ahondar en una serie de lecturas y análisis de poetas hispanoamericanos y universales, ejercicios de creación y crítica, lectura de ensayos relacionados con la poesía y lectura crítica de la obra de cada participante en el taller, pues cada uno tiene una sesión dedicada al estudio de su obra, donde recibe las críticas, sugerencias y elogios del resto de los integrantes del taller.
Un interés preferente es profundizar en una lectura crítica de lo que cada uno escribe, y en ese sentido, se trabaja para lograr que el oficio escritural de cada uno se desarrolle y vaya siendo cada vez más certero a la hora de plasmar en el papel, las ideas y obsesiones con que cada uno se asoma a la escritura. En ese mismo sentido, resulta importantísimo que cada uno vaya conociendo la obra y las respuestas de otros poetas a las problemáticas que toda creación poética implica, por lo que se muestran muchas y variadas maneras de enfrentar la creación, en el convencimiento de que cada integrante del Taller irá realizando la búsqueda de su propia voz poética, sin imposiciones de ningún tipo. Es uno de los pilares del trabajo que se realiza en el taller. Convocar a la creatividad y a la imaginación de cada uno de estos jóvenes poetas sin menoscabar ninguna de las tradiciones poéticas y escriturales a las que cada uno, libremente, adhiere. Invitarlos a conocer y a dialogar con diversos autores y tradiciones poéticas diversas: desde lo más tradicional a las vanguardias más próximas; de lo eminentemente escrito a la poesía visual; de corrientes más metafísicas a poéticas más cercanas a la experiencia; de una matriz clásica, grecolatina; a una poesía más urbana, etc.
Cada año el taller es diferente, pues el trabajo de taller no implica (y se trabaja para ello) una imposición vertical de contenidos. Por el contrario, parte importante del trabajo de taller es realizado por todos, por los monitores y por los talleristas. Los monitores del taller, están obligados a escuchar detenidamente las estéticas y las obsesiones de cada uno, y a partir de ahí, realizar una selección de textos y autores que puedan consolidar cada una de estas diferentes maneras de crear. En este sentido, es vital el diálogo que se produce al interior del taller. Lo que se visita cada año, es una cantidad no menor de textos, grabaciones, documentales, material audiovisual, etc. de poetas de diversas tradiciones que se utilizan en la medida que sea necesario para los integrantes del taller. Por lo general, se realiza un primer momento de tres o cuatro meses de mucha lectura. Y luego, una ronda de lectura de los textos propios de cada integrante del taller.
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